¿Es posible la muerte digital?

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Nuestra vida real es lo suficientemente intensa como para preocuparnos de lo que sucederá con nuestra vida digital cuando desaparezcamos. Al menos eso pienso yo, pero no así algunos “visionarios” que han visto en Internet post mortem un posible negocio. Es cierto que a la mayoría de las personas les preocupa la protección de su vida privada, no sólo en el mundo físico sino también en el virtual. La Ley Orgánica de protección de datos de carácter personal (LOPD) dio respuesta a esa preocupación en España, pero todavía quedan algunas lagunas que no contempla.

En Internet son cada vez más las webs y redes sociales que incluyen en sus políticas de privacidad condiciones de uso y largos textos para acotar lo que expondrán sobre nosotros en la Red y cómo utilizarán la información que les proporcionamos. ¿Pero hasta dónde? Lo lógico es que sólo fuera hasta que demos de baja nuestro usuario o hasta el final de nuestros días, pero la realidad va mucho más lejos: se pueden usar nuestros datos incluso después de desaparecer…

Navegando por la Red, podemos encontrar diversos espacios dedicados al uso de nuestra información, perfiles y contraseñas tras dar el último suspiro. Me sorprendió especialmente una red social denominada Still Here (Todavía aquí), creada por empresarios mexicanos y uruguayos, mediante la cual el usuario puede dejar mensajes que se entregarán a sus familiares y amigos una vez que fallezca. Dispone también de un servicio denominado “bóveda virtual”, en  el que es posible almacenar toda nuestra información digital, incluidas claves de correos electrónicos y de cuentas bancarias. En el momento en que se confirma que el usuario ha fallecido, la red entrega la información a las personas que el finado señaló como herederos.

Además de esta especie de “legado digital”, se han registrado casos de personas que desean dejar activas las cuentas en blogs y redes sociales de algún familiar fallecido, en una especie de ritual conmemorativo que pretende de algún modo perpetuar su presencia en este mundo. Pero cuidado, porque hacerlo puede generar problemas, incluso denuncias por usurpación de identidad

Con más de mil millones de usuarios registrados, la red social por excelencia, Facebook, sufre anualmente cientos de miles de bajas por deceso entre sus filas. Ya en 2007 ideó una fórmula para mantener activas cuentas de personas fallecidas, mediante un sencillo proceso: convertirlas en cuentas conmemorativas, lo que se traduce en la posibilidad de que los amigos que tuviera en la red dejen mensajes de homenaje en su muro. Simplemente eso, ninguna opción más. Para nuestra tranquilidad, nadie podrá recibir sugerencias de amistad del fallecido ni éste aparecerá en la lista de usuarios “que quizás conozcas”. El procedimiento es muy simple: basta con  informar a Facebook de la defunción, a través de un breve formulario, en el que se hace constar la relación que se tiene con el desaparecido y una prueba del fallecimiento. También es posible cerrar definitivamente el perfil de dicho usuario a través de ese mismo procedimiento.

Práctico o macabro, lo cierto es que hay muchas personas interesadas en este tipo de servicios. Por ello, a continuación relaciono una serie de pistas que pueden ser muy prácticas para evitar indagaciones y trámites innecesarios:

  • Contraseñas de aplicaciones y servicios de correo profesionales: Las empresas realizan copias de seguridad de sus datos y cuentan con administradores de sistemas que, en caso de necesidad, podrían acceder a la información del ordenador y el correo electrónico de cualquier empleado.
  • Contraseñas de cuentas de correo personales. Ante la creciente demanda, algunas empresas como Google están incorporando en sus políticas de uso la posibilidad de que los familiares accedan a una cuenta de Gmail presentando el certificado de defunción y un poder notarial. Microsoft y Yahoo también contemplan posibilidades similares.
  • Contraseñas de cuentas bancarias: como las transacciones se pueden realizar también de forma presencial, es innecesario que los herederos soliciten acceso online a las cuentas, dado que podrán acceder a ellas legalmente.
  • Fotografías y documentos que el fallecido tuviera en su ordenador o en otros dispositivos: Hay empresas que, por una módica cantidad, pueden acceder a la información que hay en un disco duro o en un dispositivo móvil, incluso (no siempre) aunque la información esté codificada…
No obstante, en España existe aún un gran vacío legal sobre el uso de nuestra vida digital tras la muerte. De hecho, las personas fallecidas no tienen derecho a la protección de datos, por lo que sus herederos sólo en contadas ocasiones pueden solicitar que se cancelen o borren sus datos (cuando interfieran en algún proceso judicial, por ejemplo).

Para facilitar todos estos trámites, Google acaba de lanzar un servicio denominado Administrador de cuentas inactivas, con el que podemos controlar lo que sucederá con nuestras ”fotos, correos electrónicos y documentos cuando dejemos de usar la cuenta” por un período de tiempo determinado (3, 6, 9 o 12 meses). Ofrece dos posibilidades: notificar la inactividad de la cuenta e incluso compartir los datos con hasta 10 amigos o familiares de confianza; o eliminar por completo la cuenta sin notificárselo a nadie. En el caso de optar por lo primero, podemos compartir una parte o toda la información que tenemos asociada a los productos de Google: desde el correo a los contactos, los álbumes web de Picasa, Google Latitude, los vídeos de YouTube, las publicaciones de G+, los blogs de Blogger, etc. De este modo podremos asegurarnos de que la información caerá en las manos “adecuadas” o que se mantendrá en secreto para siempre.

No obstante, por mucho que nos empeñemos en borrar información de la Red, siempre quedarán rastros y no será posible certificar la desaparición definitiva o muerte digital: una fotografía en grupo que alguien publicó, un foro en el que dejamos una opinión, un concurso online en el que participamos… Por ello, no conviene obsesionarse: antes quedaba sólo el recuerdo; ahora queda también Internet.

 

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Comentarios (13)

  1. Los usuarios que pierde Caralibro los gana Still Here, excepto las personas con perfil honorífico. XD

  2. Interesante; está claro que no somos nadie… Aunque si en vida no me importa lo que digan de mi, imaginaros lo que me puede interesar lo que piensen de mi después de muerto. Como dice mi madre: “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”.

  3. Es un artículo muy interesante, un tema en el que no habia pensado, pero da mucho que pensar.

  4. De aquí a la eternidad. Para los descreídos, los agnósticos, se confirma: hay otra vida después de ésta. Y como en la terrenal, puede que también los datos estén a disposición del mejor postor. Hay artículos que nos abren los ojos.

  5. Francisco Javier Díaz Carreño -

    Hay quien va más allá desde hace años… Dejar nuestro ADN cibercriogenizado para que nuestros herederos tengan la oportunidad, si la ciencia y la tecnología lo permiten en su tiempo, de prevenir enfermedades hereditarias y, en su caso, poder clonarnos. Esto abriría otro debate moral y legal interesante.

    • Alicia Díaz -

      Efectivamente, Javier, “el después de la muerte” cada vez ofrece más posibilidades. La supuesta “criogenización” de Walt Disney lleva siendo objeto de debate muchos años (sus allegados aseguran que fue incinerado). Lo que está claro es que queda aún mucho por descubrir y que generará, como comentas, controversias morales y jurídicas. Yo soy de la misma opinión que Urganda y Rick: disfruta ahora, que lo demás son sólo posibilidades y esto es real. Gracias por tu comentario.

  6. Hay una pelicula sobre este tema. Yo no estoy preparada psicologicamente para recibir ,”sorpresas” de este tipo.

  7. Interesante artículo. La verdad es que da mucho que pensar.

  8. Enrique García -

    La realidad digital irá mucho más allás de lo que podamos imaginar. La gente ahora conserva fotos de las personas desaparecidas, y en su intimidad “habla” con sus seres queridos. Quien nos dice que “virtualmente” nunca dejaremos de existir…. Al menos mientras alguien quiera que así sea y desee “interactuar” con nuestro perfil. Será todo un mundo de “ficción virtual” del que ya difrutamos en otros entornos de nuestra vida. Alguien hará negocio con ello….Un saludo.

    • Enrique, al hilo de lo que comentas sobre “existir virtualmente” te recomiendo el visionado de la mini-serie de la BBC, Black Mirror, en concreto el primer capítulo de la segunda temporada. Un saludo,

  9. Alicia Díaz -

    Comentándolo con diferentes personas (el tema da para mucha conversación), una compañera de trabajo, Fátima, me ha hecho ver otra versión que yo no había contemplado: la posibilidad de que te dejen un mensaje malsano. Mientras escribía el artículo sólo pensaba (no precisamente por ser especialmente buena o benévola) en la opción de un mensaje de amor, una despedida, el agradecimiento por una buena amistad…, pero no había contemplado la posibilidad de que, pasado un tiempo (3, 6, 9 meses) alguien recibiera un correo mío con un contenido nocivo y doloroso: que nunca le he soportado, que es adoptado u otras cosas que nunca nadie le había desvelado. También se puede hacer mucho daño, incluso después de morir…

  10. urganda -

    Me ha parecido un artículo muy curioso. Pero personalmente me importa bien poco lo que de mí pueda opinar la posteridad, es decir, lo que se haga con la información que de mí quede en cualquier tipo de soporte. Yo ya estaré “más allá” de todo eso ;)

  11. Alfonso Bustillo -

    Alicia, el tema que has elegido me ha parecido muy interesante, y el contenido de tu post me ha abierto los ojos para no menospreciar lo que pase con nuestros datos después de nuestra muerte biológica. Un abrazo

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